La Orquesta Sinfónica de la UACH celebra el paso del tiempo en el jubileo de la Parroquia de Nuestra Señora Refugio de Pecadores.
Por: Viviana Mendoza Hernández
Este jueves 18 de noviembre la Universidad Autónoma de Chihuahua, a través de la Dirección de Extensión y Difusión Cultural y Orquesta Sinfónica se unieron a los festejos por el año jubilar y por el 75 aniversario parroquial de Nuestra Señora Refugio de los Pecadores. con su concierto “Las Cuatro Estaciones de Vivaldi”.
Una de las razones para elegir esta música dentro de las celebraciones de la parroquia es porque Antonio Vivaldi, fue un compositor, violinista, impresario, profesor y sacerdote católico veneciano del Barroco y es uno de los músicos a quienes debemos los conciertos como los conocemos hoy en día. Una composición para uno, dos, tres o más instrumentos con acompañamiento orquestal
Esto permite a la orquesta de la universidad mostrar las cualidades de sus elementos. Algo que quedó claro en cuanto la velada comenzó con el concierto RV545 para Oboe y Fagott, con los solistas Fernanda y Martín Domínguez.
Después, comenzó el concierto que daba nombre a la velada “La Cuatro Estaciones”
El conjunto instrumental se compone de un violín solista que en esta ocasión fue interpretado por Alejandro Castillo, reconocido violinista oriundo del municipio de Cuauhtémoc; de primeros y segundos violines, violas, violonchelos y contrabajos, con el apoyo del bajo continuo. A menudo se desprenden de los violines varios solos que, uniéndose al violín principal, forman así el llamado concertino del “concerto grosso”; con todo, el violín solista emerge casi siempre sobre la masa de la cuerda, de manera que se obtiene un término medio entre el “concerto grosso” y el “concerto solistico” sobre el esquema allegro-adagio-allegro.
Es decir, una parte activa, una “calmada” donde impera el violinista solo y una activa de nuevo.
A cada concierto le corresponde un “Soneto demostrativo” para ilustración de las imágenes evocadas en la música. Y en esta ocasión se pudo escuchar la lectura de esos sonetos en voz de Victoria Montemayor quien ha estudiado la carrera de Lengua y Literatura Modernas Letras Italianas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y que compartió tanto en idioma original como la traducción de la escena.
Llegó la primavera, y los rientes pájaros la saludan con su canto.
Bajo el soplo del céfiro, las fuentes con dulce son discurren entretanto.
Cubren el aire con su negro manto, nuncios electos, trueno y rayo ardientes.
Callados éstos, las aves silentes tornan de nuevo a su canoro encanto.
Y así, sobre el florido ameno prado, al caro murmurar de la arboleda duerme el cabrero con su can al lado.
Pastor y ninfas, en la choza amada, danzan al son de la zampoña leda en esta Primavera iluminada.
Cada estación tiene su ritmo y acciones, el verano muestra al pastor con miedo a la tormenta, mientras en otoño celebra, descansa y nos presentan la acción de la caza, terminando con la muerte de la presa.
El soneto de invierno dice:
Entre la nieve, tiritar helado al severo soplo de hórrido viento, correr, siempre los pies en movimiento castañear cuando el hielo es extremado.
Los días quietos, ir del fuego al lado mientras fuera la lluvia moja a ciento; caminar sobre el hielo a paso lento; por temor de caer, ser avisado.
Ir firme, resbalar, caerse al suelo, levantarse, corriendo presuroso sin que se rompa y resquebraje el hielo. Sentir que del cerrado calabozo Bóreas, Siroco y todos alzan vuelo. Esto es invierno, pero traiga gozo.
Todo esto tuvieron a su alcance más de 200 personas que escucharon con atención el concierto bajo la poderosa acústica de la parroquia luego de meses de incertidumbre por la pandemia de COVID 19 por cuya alerta hubo que mantener un control acerca de la cantidad de personas presentes para mantener una distancia prudente en favor de todos mientras los frentes fríos de este otoño van bajando las temperaturas y los días se hacen más cortos. Aunque afortunadamente, todavía no ha nevado.