La escritora Morayma Cervantes y “Hueso de aguacate” un libro de cuentos para las infancias presentes y pasadas.
Este miércoles 28 de febrero en la Mediateca Municipal a las 6 de la tarde fue la presentación de “Hueso de aguacate” de la docente y escritora Morayma Cervantes, beneficiaria de la Convocatoria PECH 2023 del Instituto de Cultura de Municipio.
Acompañada por la también docente Zully Nogal quien estuvo también en la primera presentación del libro en el marco de la Feria del Libro de Chihuahua, considerando esa presentación su bautizo y ella su madrina. Morayma pudo hablar acerca de lo que fue escribir un libro para el público infantil que pueda compartir con ellos situaciones y emociones que normalmente los adultos prefieren evitar.
La primera parte del libro llamada, “Pájaros de bolsillo” se trata del proceso de duelo, una formar de nombrar o verbalizar lo que siente un niño cuando pierde un ser querido. En esta parte la autora misma comparte la experiencia de lo que sintió al perder a su abuelo, la gama de emociones que presencio y sintió al ver a su abuela triste, los cambios que su familia tuvo y que ella misma gestó en cada ocasión.
La siguiente parte “El miedo es un tiburón” es un recorrido en la búsqueda de nombrar emociones que solemos asociar con algo negativo como la depresión, la angustia, el miedo, el enojo, o situaciones como los trastornos de la conducta alimentaria, el divorcio. Es tratar de ponerles un nombre, una cara para que los niños puedan decir “¡Oye! Yo he sentido eso. Es normal, los demás también lo sienten.”
La tercera parte está formada por cuentos surgidos en distintos momentos y circunstancias. Es una variada mezcla de historias con niños y niñas como protagonistas.
Esto viene de la experiencia de ella al estar entre sus estudiantes de distintos grados de educación básica, sentarse con ellos a platicar, escucharlos y observar sus intereses y la forma como se relacionan con el mundo. Sentarse ella misma a observar, sentir sus emociones y tratar de que se muestren lo más claramente posible.
Dado que le gustan los insectos y las plantas, usó el ejemplo de las hormigas que se suben, cubren el cuerpo y pican como una forma de manifestación de esas emociones reprimidas. Eso fue notorio en el fragmento de “En una caja”, uno de sus cuentos que leyó casi al final de la presentación:
“(…) Me di cuenta de que mi abuela también andaba perdida. De que su casa le iba a quedar infinitamente grande y de que tampoco ella iba a tener en donde acurrucarse. Sentí como si un millón
de hormigas fueran subiendo por mi cuerpo, escalando mis piernas y trepando por los huesos de mi espalda, caminando en una espiral negra alrededor de mi cuello, introduciéndose una a una
en los huecos de mis orejas. Sus voces puntiagudas me atacaban con preguntas: ¿Y si a ella, al igual que a aquella ave, la consume la tristeza? ¿Y si no soporta el frío de dormir sola una noche tras otra? ¿Y si deja de comer y también ella comienza a morir de poco a poquito? Apreté su mano con toda la fuerza de la que fui capaz (…)”.
“(…) ─Abuela, ¿también al abuelo lo van a enterrar debajo de la tierra?
Vi la respuesta en sus ojos y en mi garganta comenzó a crecer una enredadera, estrangulándome, robándome el poquito aire que me quedaba. La abuela reconoció mi miedo de inmediato, tal vez porque era el mismo que estaba sintiendo ella; puso sus manos sobre mis hombros, arropándome con
su calor, protegiéndome con sus brazos de flor a media tarde.
Nos quedamos muy callados mirando la cara del abuelo, contando sus pestañas, recorriendo con la mirada la curva de su mentón, aprendiéndonos la forma de sus orejas; tratando de memorizar el mapa que los años había ido dibujando en su piel. Piel de buganvilla a medio invierno, seca, con las ramitas expuestas, con las espinas puntiagudas. (…).”
Al hablar de ese proceso de creación y de las autoras que acostumbra leer, resaltó una cita de la escritora Rosa Montero “Somos relicarios de nuestra gente querida. Los llevamos dentro, somos su memoria”.
Cuando llegó el momento de hablar del proceso de escritura en general Morayma aconsejó escribir un diario de lectura, anotar comentarios por breves que sean acerca de lo que le gustaría al lector decirle al autor, las ideas que le genera lo que está leyendo, lo que podría escribir. “Yo tengo libros con varias anotaciones en los márgenes de sus páginas, cuadernos con palabras y frases que “aparecen” y se quedan en mi mente hasta que encuentro la forma de crear algo con ellas”.
Recordó que escribir es primero una aventura personal, tal como la lectura. Después se puede buscar una convocatoria como la del Instituto de Cultura del Municipio, en la que ella participó y está cerca de cerrar su convocatoria el 8 de marzo. Se puede consultar en el siguiente enlace:
https://drive.google.com/file/d/1qBvEsq4EUhQ-SpDPIfilRQX5ljDKj9lf/view
Acerca de sus planes y su experiencia como lectora está incursionar más en el terror porque es uno de los temas que más ha estado leyendo y ha notado que el género escrito por mujeres sigue planteando la problemática de la violencia de género más que las cuestiones del monstruo clásico. Escribir acerca de cuestiones como los trastornos alimenticios y emocionales, cumplir con solicitudes de cuentos por parte de algunos de sus lectores que ya hasta ideas de títulos le han dado ante la posibilidad de un siguiente libro que les ayude a compartir las experiencias intergeneracionales.
Esto es uno de los mayores méritos que han encontrado la autora, la docente que la acompañaba esa noche, al igual que algunas de las personas entre el público. La posibilidad de tener un diálogo con el niño o niña internos y con el que en el presente pueda compartir su lectura. Porque también esa es la cuestión con los cuentos escritos para las infancias, se comparten con la familia, facilitan la convivencia y abren temas de conversación que no siempre son fáciles de plantear de maneras más directas.
El Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua tiene en su acervo electrónico este libro y se puede llegar a él mediante el siguiente enlace:
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